La casa

Paco Roca es uno de los mejores narradores españoles de este siglo.

¿Para qué decirlo después? ¡Mejor lo suelto ahora y y una cosa menos! Hablemos pues de La casa (Astiberri, 2015)

La historia nos cuenta cómo se reúnen tres hermanos en la casa de vacaciones familiar un año después de la muerte de su padre. Esa segunda residencia de los tiempos del Spain is different a la que aspiraban todas las familias de bien, construida artesanalmente en fines de semana y fiestas de guardar siempre que los ahorrillos fueran suficientes.
El motivo de la reunión no es otro que adecentar la casa entre todos para venderla, sin embargo, todo lo que van a encontrar allí bajo un dedo de polvo tiene tiene en su esencia la figura del progenitor, quién tanto esfuerzo, cariño y alma depositó en ella.

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Toda el libro se desarrolla sobre la base del homenaje inesperado al padre, del reconstruir un pasado común que se agarra a lo material, a objetos, paisajes, aromas. Un pasado que se redibuja una y otra vez al ser rememorado y que quizá podría abandonarnos si perdemos estos factores tangibles.

El dibujo mantiene el estilo inconfundible de Roca, sencillo a la vez que detallado, un trazo ágil para una narrativa pausada y natural. La paleta de colores va a ayudar a que nos sumerjamos en este caudal de sensaciones. Colores cálidos, tonos tierra muy bien equilibrados. Ya sabéis. Tierra.

Sin duda esta obra es la más personal del autor, homenaje a su propio padre fallecido meses antes y se nota el cariño puesto en ella, no solo en la parte gráfica como hemos reseñado, sino en la misma configuración de los personajes, el mimo y cuidado en la definición de su personalidad y recuerdos y la amabilidad con la que nos invita a acceder a sus recuerdos.

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Esta familiaridad involuntaria nos va a llevar a empatizar (más de la cuenta en mi caso) con los protagonistas, con el padre y hasta con la higuera y os aseguro que seguiréis pensando en lo que habéis leído bastante tiempo después de haber pasado la última página de libro; en lo volátil, lo engañoso y la puta maravilla que es todo esto.

Me voy poniendo tierno como un tranchete. A vosotros también os pasará y quizá es lo que el mundo necesite, millones de lectores enternecidos y acariciables. ¡Vamos! ¡Hop!

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