Robe «Destrozares, canciones para el final de los tiempos». Nuevo CD el 18 de Noviembre

Amanecíamos esta mañana con las noticias sobre el lanzamiento del nuevo CD de Robe, que se titulará «Destrozares, canciones para el final de los tiempos» y verá la luz el 18 de Noviembre.

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Ya nos fue abriendo boca hace una semana con un misterioso vídeo en su canal de youtube, donde podíamos ver noticias con risas enlatadas de fondo, y unas imágenes perturbadoras que aparecían durante un instante, a penas apreciables. Con su vídeo «Atontamiento global» ya se entreveía un posible nuevo CD del artista en solitario.


Y hoy se ha desvelado tanto la fecha de lanzamiento del CD, como su título y portada, y también su primer single «Por encima del bien y del mal». El disco ya está disponible para reservar en Fnac y también en esta web. Los 1000 primeros en reservar tanto la edición en CD, como la edición en Vinilo obtendrán de regalo la camiseta con la portada del álbum en 4 colores diferentes, a elegir.

Los 10 temas que contendrá el álbum son los siguientes:

  • Hoy al mundo renuncio
  • El cielo cambió de forma
  • Querré lo prohibido
  • Cartas desde Gaia
  • Del tiempo perdido
  • Por encima del bien y del mal
  • Donde se rompen las olas
  • Puta humanidad
  • La canción más triste
  • Destrozares

Voy a enchufar la televisión
Y sale un tío disparando alrededor
Vuelvo a mirar y era el reflejo
Vuelvo a enchufar la televisión
Y sale gente huyendo de la destrucción
Vuelvo a mirar y era el reflejo

Nos dice Robe en su nuevo tema, relacionándolo así con «Atontamiento Global». La canción, bastante melódica, sigue la línea de sus últimos trabajos, con esas pinceladas de crítica que ya podíamos ver en «Nana Cruel», esta vez disfrazándola de una pseudo historia de amor, que no hace más que remarcar como, al fin y al cabo, los problemas que no nos tocan directamente dejan de importarnos.

La voy a buscar, a su balcón
Y en el camino mientras sube el ascensor
El mundo entero se queda abajo
Pongo atención con obsesión
Frente al espejo ella se prueba un pantalón
Y lo demás queda tan lejos

Aquí os dejo con el videoclip de su nuevo tema, dirigido con mucho atino por Diego Latorre con unas imágenes bastante apocalípticas e impactantes.

Todo lo que no está en ti se me queda tan lejos
Todo lo que no está en ti
Todo lo que no está en ti se queda tan abajo
Todo lo que no está en ti
Que puedo andar por encima del mal
La voy a buscar, a su balcón
Y en el camino mientras sube el ascensor
El mundo entero se queda abajo
Pongo atención, con obsesión
Frente al espejo ella se prueba un pantalón
Y lo demás queda tan lejos
Todo lo que tengo
Todo lo que quiero
Todo lo que siento
se me vuelve ajeno
Y no, no voy a decir que no
Todo lo que escucho
Todo lo que leo
Todo lo que veo
me queda tan lejos
Que puedo andar por encima del mal
Por encima del bien y del mal
Puedo andar por encima del mal
Por encima del bien y del mal
Voy a enchufar la televisión
Y sale un tío disparando alrededor
Vuelvo a mirar y era el reflejo
Vuelvo a enchufar la televisión
Y sale gente huyendo de la destrucción
Vuelvo a mirar y era el reflejo
Todo lo que tengo
Todo lo que quiero
Todo lo que siento se me vuelve ajeno
Y no, no voy a decir que no
Todo lo que escucho
Todo lo que leo
Todo lo que veo
Me queda tan lejos
Que puedo andar por encima del mal
Por encima del bien y del mal
Puedo andar por encima del mal
Puedo andar por encima del bien y del mal

Letra transcrita por mi, puede contener errores.


Además de esta noticia y sabiendo el título de su nuevo álbum, nuestras mentes conspiranoicas se han puesto a trabajar y también nos hemos dado cuenta de un pequeño avance que se hizo en la gira de 2014, entre los movimientos de La Ley Innata, donde se tocan un par de estrofas que podrían pertenecer a otra canción del nuevo álbum:

«Perdi la dignidad y el sentido del honor y no lo siento
dirán que deserté y que no tuve el valor… quizás sea cierto
como podría explicar sin ver salir el sol, que denso sale
qué destrozares, qué destrozares, qué destrozares
Juro que renegué de todo lo anterior y no lo siento
dirán que no estoy bien, que es pura depresión, quizás sea cierto
que denso sale el sol, que denso sale el sol, que denso sale…
qué destrozares, qué destrozares, qué destrozares»

Lo podéis ver a partir del minuto 15 del siguiente vídeo:

Motörhead “Overkill” -Así habló Lemmy Kilmister-

(GERMANY OUT) Rockband, GrossbritannienPhil "Philthy Animal" Taylor, Lemmy Kilminster und "Fast" Eddie Clarke in HamburgGanzkörperaufnahme (Photo by ABS/ullstein bild via Getty Images)

 

Según el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, el ser humano es un ser incompleto, es algo que ha de ser superado, un puente entre el hombre y el superhombre. Y este superhombre ha de ser un espécimen superior, un ser con su propia moral y su propia ética, creador de valores, libre y vital. Un individuo ajeno a la mentalidad de rebaño, a las tradiciones, creador de su propio destino.

Hay un tenso debate sobre el tema, pero muchos eruditos, incluyen en su listas de ejemplos de superhombres a lo largo de la historia a figuras tan dispares como; Jesucristo, Buda, Alejandro Magno, Gilgamesh, Napoleón, Aleister Crowley o incluso Hitler (incluir a este último me parece fruto de una interpretación errónea del corpus Nietzschiano). Pues bien, yo desde aquí digo a todos esos eruditos ¿Por qué no incluís en vuestra lista de seres evolucionados al inefable Lemmy Kilmister? Si, si, el líder de los Motörhead. Justo en este instante, cualquier intelectualoide que este leyendo este artículo  habrá arqueado las cejas y habrá dicho: “¡¿Un politoxicómano berreando delante de un micrófono es un superhombre de Nietzsche?! ¡Habrase he visto!”.

La vida no debería ser un viaje hacia la tumba con la intención de llegar a salvo con un cuerpo bonito y bien conservado, sino más bien llegar derrapando de lado, entre una nube de humo, completamente desgastado y destrozado, y proclamar en voz alta: ¡Uf! ¡Vaya viajecito!

Analizando esta frase del periodista gonzo Hunter S. Thompson puede que ya no veamos como algo tan descabellado el incluir al alma mater de los Motörhead en la lista de superhombres (nótese que , injustamente, no existe el término “Supermujer”, enorme defecto provocado por el machismo recalcitrante que se gastaba el bueno de Friedrich).

Nacido en 1945, Ian Fraser (Lemmy Kilmister para el mundo), cogió el testigo con arrolladora fuerza de una tradición de “alegres vividores” yanquis como Neal Cassidy, Ken Kesey, Patti Smith, el propio Hunter S. Thompson o el “chaman” Jim Morrison. Personas poseedoras de una arrolladora fuerza vital, de una rebeldía perenne, de una autenticidad incorruptible y, en muchos casos, de una marcada tendencia al exceso.

Lejos queda mi intención aquí de hacer una apología sobre las bondades de una vida de excesos desproporcionados, de hecho, pienso que siempre es necesario un equilibrio en la vida, equilibrio que, por otra parte, pondría Lemmy con su presencia en la lista de superhombres de Nietzsche, ya que, todos conocemos, por ejemplo, la tendencia a la castidad y al autocontrol de supuestos hombres superiores de la lista como Buda o Jesucristo.

Pero, sin duda, la mayor arma con la que Lemmy puede irrumpir en el selecto grupo del filósofo alemán, es la música de Motörhead; una suerte de taladradora surgida del averno, una tempestad eléctrica que invoca a nuestros instintos más primarios, indomable, rebelde y genuino rock and roll. Del cual su debut “Overkill” resulta un inmejorable ejemplo.

Desde el tema homónimo hasta el postrero “Limb for limb” la carta de presentación de Lemmy y sus compinches está atravesada por doce descargas que conforman una majestuosa e iracunda combinación entre las liturgias eléctricas del protopunk (Stooges y Mc5), el discurso monolítico y opresivo del primer heavy (Black Sabbath o Blue Cheer) y, en ocasiones, de la épica mística de los héroes del primer hard rock (Led Zeppelin o The Who), un fulgor eléctrico sin medida capitaneado por la voz rota del icónico e irrepetible Lemmy Kilmister.

Una figura que, a pesar de sus irremediables defectos, (algo innato en todo ser humano) y, lo incluyamos o no en la dichosa lista de superhombres, nos puede enseñar que, en ocasiones, la situación requiere que enfrentemos nuestra existencia con fuerza, con energía y con una determinación inquebrantable y que, un espíritu curioso, rebelde y, a veces algo macarra, no tiene porque ser algo que quede atrapado para siempre en la adolescencia.

 

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EARTH «Primitive and deadly» -Una expresión libre y espontánea-

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A mi modesto entender, si desnudamos un concepto tan manido como “arte” de cualquier artificio. Tal vez lleguemos a la conclusión de que, el acto de crear “arte” no es más que la expresión, por parte de un “artista”, de un modo espontaneo y libre, de sus emociones, de sus ideas y de su modo de ver y entender la vida.

Quizá sea por esto que, este tipo de expresiones sin ataduras sean tan radicalmente personales que, o te gustan o las detestas.

Pienso que este bien podría ser el caso de los Earth, vehículo expresivo personal e intransferible de Dylan Carlson. Y es que, cuando este señor lanza sus monolíticos riffs de guitarra al ancho cielo, al oyente solo le quedan dos opciones; o quedar hipnotizado por sus alucinógenos mantras eléctricos o aburrirse como una ostra ante sus obsesivas repeticiones de una misma nota. Obviamente, si me encuentro ahora mismo escribiendo estas líneas, es porque pertenezco al primer grupo.

En esencia, lo que esta “expresión libre y espontanea” ofrece al oyente es un rock psicodélico, robusto, primario y envolvente que evoca espacios abiertos, desolados desiertos envueltos por inabarcables cielos donde formas y colores se funden sin cesar.

Un rock anárquico y libre que igual nos lleva a un oscuro ritual de iniciación que nos transporta a un viaje fuera del sistema solar. Casi nada.

Para este “Primitive and deadly” (su octavo álbum de estudio) Carlson decide volver parcialmente a sus raíces mas rockeras, tras sacarse de la manga esa especie de jazz-drone-stoner que pueblan sus dos trabajos anteriores (“The bees made honey in the lion’s skull” y “Angels of darkness Demons of light”).

Aquí y ahora sus canciones vuelven a estar arropadas por esos potentes riffs de guitarra más grandes que la vida que solo este nativo de Seattle sabe hacer. Para tan magno acontecimiento, la nueva encarnación de Earth cuenta con notables invitados como Mark Lanegan, que pone su voz grave a dos de los mejores temas del disco (“There is a serpent coming” y “Rooks acroos the gates”), Rabia Shaheen Qazi de los Rose Windows que hace lo propio con el tema “From de zodiacal light” o Bill Herzog, de los Sunn O))), que secunda con su bajo más oscuro que el averno los bucles sonoros de Carlson.

El resultado es un disco compacto como una roca que, sin dejar de ser absolutamente personal, se acerca algo más al gran público. Las voces humanas juegan un papel importante en ello (Desde 1996 no cantaba nadie en la banda). A muchos les sorprenderá la interpretación de Lanegan que se quita la piel de crooner a la que nos tiene acostumbrados últimamente y se enfunda la de un profeta apocalíptico que, por momentos, evoca al mismísimo Jim Morrison.

En cuanto a los temas instrumentales, cabe destacar sobretodo, ese inicio épico de “Torn by the fox of the crescent moon”, stoner elevado al cubo no apto para neófitos.

Para finalizar, tampoco se puede ignorar una grandiosa portada que hace que valga la pena pillarse el lp en vinilo. Una portada que termina de completar el círculo, de dar imagen a esta “expresión libre y espontanea” que me atrevo a calificar como, una obra de arte.

Dylan Carlson

 

SLEATER-KINNEY / NO CITIES TO LOVE

Un buen día descubres que las Sleater-Kinney no solo se han reunido si no que además han sacado un disco nuevo: NO CITIES TO LOVE. Las recuerdas, eran aquellas jovenes noventeras abanderadas del Riot-Grrrl que llegaron a salir de gira con Pearl Jam. Lo último que sabes es que la guitarrista Carrie Brownstein co-protagoniza esa bizarrada adorable que es «Portlandia». Te da por pensar…»Bueno, tampoco es novedad…el último disco salió hace nada…hace…ehm…diez años!!!» BOM. Aun no has escuchado una sola nota y ya te está golpeando en la cara este disco. Joder, la vida ha pasado rápida. Cómo la primeriza música de las Kinney, rápida, muy rápida. El primer pensamiento que te pasa por la cabeza es que le darás una escucha al disco sin esperanzas, apesta a reunión de grupo por motivos no musicales. No pasa nada, te has acostumbrado, todos tus grupos favoritos los puedes dividir en 3 categorias «No se separaron pero han cambiado» «Se separaron pero volvieron para nada» o mi favorito «El cantante murió» (Ay! los 90!)…poco sospechas que al terminar el disco habrás creado una nueva categoría: la categoría «Sleater-Kinney»

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Al poner el disco lo notas, algo en el ambiente te lo dice…»parece que han vuelto»…Suena «Price tag»…Serán esos riff juguetones y que parecen tocados con prisa, serán las voces ajustadamente diferenciadas de Brownstein y Corin Tucker o la pegada en la batería, sin rebote, como manotazos en la barriga de un culturista, de Janet Weiss. Coño.  Ahí están.  Admites que te ha faltado poco para llorar y aun te permites un poco de duda «Vale, ahora veremos…quizás sea la primera canción…tienen que aparentar»

Llega «Fangless», la segunda canción y, nada, que no le puedes sacar pegas…pura adrenalina, puro rock, puro puñetazo en la mesa. Y mira quien aparece…Brownstein consigue sacarte la lagrima de emoción que aun se te resistía cuando se mete en el estribillo. Hay que ver que mona canta esta chica siempre. Te empiezas a preguntar si esto puede ser verdad, si tras la reunión de las Kinney realmente existe un motivo verdadero. Recapitulemos…

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Surgidas en Olympia en 1994, Sleater-Kinney se separaron en el 2006 tras 7 discos y años de ascendente carrera. Incluidas dentro del Riot-Grrrl, movimiento punk feminista que compartió década con el grunge, rápidamente se diferenciaron del resto y llevaron un camino paralelo en una constante búsqueda de sus propias inquietudes (Del punk al blues, de la inmediatez a la elaboración). Pero como es lógico el desgaste hizo mella en ellas y decidieron separarse. Tucker montó un grupo con su nombre. Por otro lado Brownstein y Weiss siguieron juntas en otro grupo (Wild Flag, fantásticas) y además Carrie Brownstein empezó a ser más conocida que nunca con la serie Portlandia, lo que hacía pensar a los seguidores que Sleater-Kinney estaba en un punto sin retorno.

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Y así estabas tú, tu vida era tranquila, Sleater-Kinney y su furia habían desaparecido…Ahora recuerdas unas declaraciones veladas de Brownstein en las entrevistas durante el inicio de 2014 de que había algo en el aire, que todo apuntaba a que podían regresar. Se habían reunido y jugaban con la idea de volver. Se estaban preparando, sopesando pros y contras. JA. Se estaba riendo de nosotros. Que pilla, el disco ya estaba terminado y todo! ¿Pero cómo te vas a enfadar con ellas? Recuerda que suenan como golpear a un culturista muy fuertemente en su torso. Te hacen reír. Las tienes que querer.

Y así estás ahora, sentado escuchando el disco…Con «Surface Envy» llega el primer himno coreable del disco…esa declaración que no deja lugar a dudas «We win, we lose, only together do we break the rules». Te lo dejan claro, esto no es una vuelta de chichinabo. Esto no son las Sleater-Kinney del siglo XXI ni las Sleater-Kinney del 2015. Son las Sleater-Kinney y punto. Como si cada disco formara parte de un todo en el que no existe el tiempo.

El disco continúa, solo llevas tres canciones y ya juras que si fuera un ser viviente te lo tirarías ahí mismo…Entra en juego la canción que da título al disco, canción que tiene la particularidad de empezar ya con el estribillo que desarrollarán a lo largo de la canción. Aquí van a saco. Vienen a tirarte la puerta y a provocar que bailes con una sonrisa en la cara mientras cantas aquello de «It’s not the city, it’s the weather we love!».

Video promocional en el que sus amigos cantan la canción. Para muy fans.

Llega el ecuador del disco y ahí tenemos el primer single, «A new wave»…Puro Sleater-Kinney, vuelven los riff apresurados, riff que te están diciendo «Aparta que llego tarde, tengo cabezas que joder de gusto», una melodía cantada como si estuviera persiguiendo al riff y un estribillo que se para a tomar un respiro y a beber un poco de una fuente antes de volver a correr. Buscas el videoclip y descubres que sí, que han vuelto, pero no en forma de chapa, si no en forma de dibujos animados acompañadas por los personajes de «Bob’s burguer».

Superada esta mitad de disco ya puedes pensar «Vale…ahora vendrá alguna balada, alguna canción lenta, se les daba bien»…Espera, espera, que al final verás como esas siluetas que se acercan a lo lejos en el horizonte acabarán llegando a tu cara y verás que son los tres dedos corazón de las componentes del grupo bien levantados.

Con «No anthems» empieza a sonar algo bailable pero oscuro, como si intentaras mover los pies en un pub de mala muerte de suelo pegajoso. Suena potente, en ocasiones da miedo, tiene cortes para dar y regalar y tiene toda la pinta de poder convertirse en clásico a la de ya. Trabajo muy remarcable el de las guitarras aquí, es pura locura. Los juegos de guitarra entre Tucker y Brownstein siempre han destacado por su estructura enrevesada, pero en esta canción no puedes más que aplaudir. Y espera que esto va a ir a más. Ves poco a poco acercarse esa silueta a lo lejos…

Con tu camiseta negra anegada de lagrimas te llega el siguiente corte «Gimme Love». Si en lugar de estar sentado en un sillón te ha dado por escuchar el disco haciendo cosas, es posible que a lo largo de la canción hayas bajado el ritmo, pero bajar el ritmo para las Sleater-Kinney no es acomodarse, es meterte de lleno en el terreno que ya habían presentado en la anterior canción, ya no hay estribillos claramente coreables, ahora toda la canción es imposible de estructurar de manera normal además de contar con una base marcial. Y vaya, «que me dices de ese genial solo de guitarra tan bizarro entre árabe y marcha militar» me pregunto a mi mismo, «Calla y bésame» me contesto.

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Recta final a partir de aquí, te quedan tres canciones y sacas cuentas…ahora te lo estarías tirando otra vez y no te estarías arrepintiendo. «Bury our friends» te hace pensar en Alex Kapranos de Franz Ferdinand, pero mejor, claro. Con pechos y eso. Además de darle un punto más a la canción que llevan haciendo años los de Kapranos. Casi es el final del disco y  te siguen dando bofetones en la cara, cada exhalación entre frases del estribillo te da el tiempo justo para recuperarte de lo que está pasando y volver a encajar la siguiente palmada en tus mejillas.

Uhm..y que pasa con las baladas? Por lógica aplastante tienen que aparecer aquí ya, no? Recuerda: Se siguen acercando las siluetas…casi han llegado. «Hey darling» tiene la cualidad de hacerte pensar que podría estar, siguiendo una estructura clásica de disco, al principio de todo. Movida, preparándote para algo…Precisamente por eso te parece que podría ser la más prescindible del disco, en general rompe la homogeneidad de la segunda mitad del disco…te habías acostumbrado a las canciones menos facilonas y te llega esta. Pero qué cojones, algo para corear al final está bien!

Y a la vez que la última canción han llegado las siluetas, ahora ya son 3 dedos bien grandes en tu cara mientras resuena «Qué, ahora qué? Que somos las putas Sleater-Kinney y venimos a reclamar que nosotras somos el germen de todos estos grupitos que salen como hongos por todos lados. Estamos aquí, tenemos furia, tenemos ganas y tenemos un discazo que no da tregua» Y que vas a hacer tu? Pues no te engañas, si pudieras te morrearías esos dedos, pero sin embargo te pones la última canción…ni balada ni nada, vuelve el modo pantano cenagoso y un ritmo pesado mueve cuellos, voces sonando a lo lejos, hundidas en la oscuridad…hasta que de repente torna en bailable. Un corte perfecto para terminar el disco. Un resumen de todo lo que has escuchado…En fin, que te lo tirarías una tercera vez e incluso lo llamarías al día siguiente. Coges la libreta y como había dicho, apuntas: «Cuarta categoría: Sleater-Kinney»

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COBAIN. MONTAGE OF HECK «Desmitificando el mito»

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Lo admito, a mi me pasó. El bombazo “Nirvana/Smells like teen spirit/Grunge” allá por el 1991 me pilló con once influenciables añitos. Y si, puedo decir sin ruborizarme que Los Nirvana cambiaron mi vida. Dieron voz a mi incipiente confusión preadolescente y me abrieron de par en par las puertas de un sonido que todavía sigo amando, el del rock and roll.

Sin embargo, hoy, algo más de veinte años después. A pesar de que todavía sigo pinchando en mi equipo con cierta regularidad al trío de Seattle mientras practico “air guitar” a escondidas. A pesar de que todavía disfruto viendo al bueno de Cobain destrozando su guitarra tras un concierto. He de admitir que me daba cierta pereza enfrentarme a este “Montage of Heck”.

El motivo es claro. Tras el triste suicidio de Kurt, su figura se ha mitificado y remitificado hasta la extenuación. En estos veinte años han salido a la luz sus diarios, caras b, directos y toda clase de grabaciones caseras (algunas de una calidad penosa). Francamente, desde la iglesia católica no había visto a nadie sacarle tanto partido a un cadáver.

Pero, a pesar de lo que pueda parecer. “Montage of Heck” sigue otro camino. El documental, premiado en Sundance 2015 y dirigido por Brett Morgen intenta con humildad de trazar una figura completa del músico, con sus luces, pero también con sus sombras.

A lo largo del film, vamos comprendiendo mejor la figura de Cobain y el porqué de su personalidad. La hiperactividad que le diagnosticaron de niño, el traumático divorcio de sus padres, una adolescencia marcada por el desarraigo en la que iba de casa en casa sin que ningún familiar quisiese hacerse cargo de él, una úlcera de estomago ya en su edad adulta y el encuentro con la heroína, unido a un éxito demasiado masivo y repentino que no supo gestionar. Todo esto, terminaría por dar forma al Kurt depresivo, furioso, sarcástico y sensible que todos conocemos.

A continuación, en el último tramo del documental empezamos a ver como Brett Morgen inicia la desmitificación del mito. Aquí somos testigos de la decadencia de un hombre. El artista sensible se convierte en un ser egoísta incapaz de coger las riendas de su vida. Como muestra puede servir ese video casero en el que observamos al líder de Nirvana, de heroína hasta las cejas, incapaz de sostener en brazos a su hija de dos años mientras le cortan el pelo. Algo que, en mi opinión, esta en las antípodas de ese cliché romántico y desfasado de… “Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver” que siempre se ha asociado a la figura del cantante.

En cuanto al documental propiamente dicho. Esta montado de una forma muy fluida, lo cual propicia un visionado ameno. Entre sus aciertos más destacados están; las partes de animación utilizadas para narrar pasajes de la adolescencia del protagonista (muy bueno el fragmento en el que, aislado en casa de su novia, empieza a crear los primeros esbozos de los futuros temas del “Nevermind”) y el continuo recurso a los diarios del músico. Dibujos, pinturas, frases y pensamientos de Cobain que actúan como un reflejo de su interior y que llegan a ser un personaje más del film.

Por ponerle un pero a esta obra. En mi opinión, considero que algunas grabaciones caseras son demasiado intrusivas, demasiado íntimas. Prácticamente a la pareja Cobain/Love solo nos falta verlos copular. Está claro que el espectador de cine siempre ha tenido algo de voyeur, pero aquí esa condición es llevada al límite.

De todas formas. Es posible que, en el fondo, lo mejor sea dejar a los muertos en paz. Y pinchar, por ejemplo, el “Territorial Pissings” a todo trapo como si no hubiese un mañana.

¡Hey! Y encima no hay nadie en casa….

Black Sabbath «Master of Reality» -Desde la caverna-

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En muchas ocasiones, menos es más, a veces las limitaciones fuerzan la creatividad. En el año 1971, los Black Sabbath se enfrentaban a su tercer disco (tras realizar dos obras maestras como su debut homónimo y “Paranoid”), con un problema.

El guitarrista Tony Iommi había sufrido un accidente laboral en el que se lesionó los dedos, los cuales les causaban molestias al tocar su instrumento. La solución que encontró fue la de afinar su guitarra tres semi-tonos abajo, reduciendo así la tensión en las cuerdas. Afinación que también realizo Gezzer Butler en su bajo.

Y, mira tú por dónde, lo que parecía un problema se convirtió en una virtud, este cambio en la afinación creó un sonido único e innovador, un sonido opresivo, atmosférico y más negro que el abismo, un sonido que introdujo a los cuatro de Birmighan todavía más en su particular caverna de ecos asfixiantes y siniestros. Una lúgubre caverna sin la cual bandas como Alice in Chains, Queens of the Stone age, Tool, Metallica o Nirvana, (por citar solo unas pocas) no hubiesen sido lo mismo.

“Master of Reality” es otra obra maestra de la banda, y van tres. De los surcos del Lp emana heavy, pero heavy del bueno, sin peinados de peluquería ni mallas ni insufribles solos de guitarra infinitos. Un bofetón eléctrico despachado en apenas 34 minutos que hará las delicias de todos los amantes del mejor rock and roll de ahora y siempre.

La obra se abre y se cierra con un tosido, el que produjo Tony Iommi cuando dio una calada a un gigantesco porro de marihuana que Ozzy llevó al estudio. Y Precisamente, se inicia el festín una oda al cannabis como “Sweet leaf” (“Dulce hoja”), tema con un fantástico riff y un gran trabajo a las voces de ese hechicero loco de Osbourne. Sin bajar la guardia llega “After forever” de estructura pedregosa y nervio punk.

Conforme avanza el lp seguimos encontrando joyas como el increscendo frenético de “Children of the grave” o la claustrofóbica atmosfera de “Lord of this world” (impecable y contundente trabajo a las baquetas de Bill Ward). Sin dejar de lado la crudeza de “Into the void” (Fijaros en esa manera tan particular de tocar el bajo que tiene Butler y que tanto influenciaría a los grungies) o ese hermoso “balón de oxígeno”, entre tanta electricidad, que supone “Solitude”: pausado tema de tintes celtas.

Pero este “Maestro de la realidad” no solo supuso cambios respecto a sonido, sino también en cuanto a letras, en ellas desciende la importancia del característico satanismo de la formación y aumentan las composiciones que hacen referencia a la espiritualidad (“After forever”) a una posible revolución juvenil (“Children of the grave”) o incluso al desamor (“Solitude”).

Todo esto envasado en 34 fabulosos minutos de rock and roll sin colorantes ni conservantes con los que atormentar a vuestros vecinos.