De gallegos, tucanes y trabajadores sociales -Aceptando la diferencia-

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Es bien sabido que, en ocasiones, las historias que nos llegan, con las que conectamos, son las historias sencillas y sin artificios. Como una anécdota divertida que te cuenta un amigo cerveza en mano.

Y es que, esa sencillez espontánea, es la mayor baza de esta novela de Alejandro Rodríguez Robledillo. Un texto con un lenguaje directo y ameno que nos engancha a las primeras de cambio.

La historia de un trabajador social destinado a lo más profundo de la sierra Lucense que encuentra allí a unos lugareños variopintos, a unas personas con costumbres y ritmos de vida antagónicos al suyo, evoca de primeras, a la estupenda serie Doctor en Alaska. Pero, conforme van pasando las páginas, también podemos encontrar ecos del cine de Berlanga o incluso del realismo mágico, referentes todos ellos que, sabiamente conjugados, dan forma a una voz propia.

La obra transcurre sin que el autor se moleste en precisar claramente un principio, un nudo y un desenlace, cosa que tampoco le hace falta, pues el texto funciona muy bien como anecdotario, como una sucesión de experiencias enlazadas.

En el libro, podemos también observar claramente como Alejandro Rodríguez declara sin tapujos un amor incondicional por la profesión que ejerce, la de trabajador social. Esa suerte de superhéroe o superheroína de barrio que, con humildad, esfuerzo, profesionalidad y muucha paciencia intenta, en la medida de lo posible, hacer la vida más llevadera a todo aquel que lo necesite.

Por último, en lo personal, lo mejor de la novela, lo que hace interesante el que todo el mundo se acerque a ella. Es que, a lo largo de sus páginas, nos encontramos con una aceptación de la diferencia, con una normalización de lo “extravagante”. Pues el glosario de personajes variopintos que vemos desfilar a lo largo y ancho de la obra nos recuerda una vez más que, no existe una forma de ser estándar, no existe una definición clara de lo “normal” en la que se deba introducir a la fuerza a toda la sociedad.

Si, a todo lo dicho, le unimos el protagonismo de la montaña lucense (casi un personaje más) y la definición y uso de la “retranca” gallega (esa fina ironía que se gastan por aquellas tierras) pues tenemos una sencilla, bonita y divertida historia más en la que sumergirnos.

Alejandro Rodríguez /

3 comentarios en «De gallegos, tucanes y trabajadores sociales -Aceptando la diferencia-»

  1. Jooo… lo he comprado por tu recomendación… y BRAVO… ¡¡QUE BUEN GUSTO TIENES!!!

    Es una de esas maravillas muy dificiles de conseguir (Demasiado incluso, menuda odissea para mi marido que fué el que me lo regaló) Pero ¡¡QUE EMOCIÓN!!. Es uno de esos libros que te marcan… ¡¡¡Y YA SÉ QUE ES UN TRABAJADOR SOCIAL!!! 😀 😀

    ¿Sabrás si el autor tiene más libros?.

    MUCHAS GRACIAS POR ACERCARNOS ESTAS JOYAS. Sin bloggs como el tuyo sería literalmente imposible dar con ellas.

  2. Felicidades, estarás muy orgulloso de tu pequeño. La definición de trabajo social es estupenda, si que se aprecia que eres de los enamorados de su profesión, que espero cada día seamos más, y los que hemos trabajado en pueblos de montaña nos hemos sentido identificados a lo largo de las páginas. Además de que hace reír, a ver cuándo una segunda parte.

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