EL CAUTERIZADOR Un lobo con piel de cordero

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El médico y escritor ruso Antón Chéjov opinaba que los artistas y las personas cultas habían de ser sinceras, humildes, amables y cercanas. Alguien verdaderamente culto no podía ser un intelectualoide vanidoso que mira a lo demás por encima del hombro y que aprovecha cualquier reunión social para jactarse de todas las obras que ha leído y de cuantos conocimientos posee.

Por eso, pienso que los verdaderos artistas han de acercar su obra a las personas, con humildad y comunicándose de igual a igual, el creador ha de compartir su conocimiento con todo aquel que quiera acercarse a sus creaciones.

Esto es lo que hace que considere la novela gráfica “El Cauterizador” como una pequeña joya, una obra que posee ese espíritu de cercanía, el espíritu de las grandes obras de arte. Y es que, al igual que las mejores creaciones, la que nos ocupa también se presta a una doble lectura, es un lobo con piel de cordero.

En la forma, tenemos una historia de aventuras más o menos al uso. Un protagonista que tiene que superar una serie de pruebas y enfrentarse a pavorosas criaturas en lugares inhóspitos para alcanzar un destino final.

Sin embargo, en el fondo, la historia de Vicente Damián, es un profundo viaje a la psique humana, al origen mismo del trauma. En su esencia, la obra nos invita a reflexionar sobre el funcionamiento de nuestra mente y, sobretodo, nos muestra cual puede ser el germen de la enfermedad mental en el interior de una persona.

Lo que siempre me ha parecido grandioso de esta manera de enfrentar la creación artística es que, de este modo, el autor se abre al gran público, al envolver unas ideas complejas y reflexivas con el manto amable de una historia de aventuras hace que dichas ideas se hagan accesibles para un mayor número de lectores.

Además, “El Cauterizador” posee un guión fluido, con un ritmo perfecto y con la capacidad de atrapar rápidamente al lector. (Quizá ya desde el estupendo prologo de Beatriz Bernad) Sin embargo, a pesar de todo esto, pienso que el punto fuerte de la obra es el dibujo. Un laborioso dibujo de marcado tono realista, casi fotográfico por momentos, que sirve de contrapunto perfecto a los momentos más oníricos de la historia.

Todo lo dicho viene a dar forma a una muy recomendable novela gráfica que, en esencia, no es más que la expresión humilde cercana y sincera de un artista. Muy posiblemente, Chejov esbozaría una sonrisa cómplice al leerla.

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Web del autor: https://vicentedamian.wordpress.com/

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